Educar a un genio. Chicos superdotados.

Muchas veces me preguntan qué pienso sobre esos chicos que son brillantes pianistas y ofrecen conciertos, o casos como el famoso golfista al que el padre le dio clases desde los dos o tres años…

¿Saben lo que yo pienso? Que si el famoso pequeño pianista resulta tímido su vida pierde sentido. Que si al brillante deportista le apasionase la matemática, pierde la posibilidad de tener una carrera por estar concentrado en su deporte.

En el libro Tokio Blues, de Murakami, se habla sobre el suicidio infantil. Los chicos que se suicidan muchas veces son aquellos cuya vida se sostiene en un solo eje y de pronto ese eje se rompe. Su vida pierde sentido.

En ese libro, una chica cuyos padres la educaron para pianista sufrió una leve parálisis en un dedo, fruto de los nervios que le producía dar conciertos. “No sirve para pianista”. ¿Y para qué sirve entonces, si los padres eligieron por ella el camino, antes de que ella descubriera todas sus capacidades?

Del mismo modo conocí padres que tildaron a sus hijos de tontos, incapaces de ir a tal o cual escuela… creo que es igual, que de esa manera se cierran todos los caminos. En un caso, se anulan casi todas las posibilidades y se supone que se le da mucha autoestima al chico porque se le dice que es un genio. Pero no hay nada más feo que creerse un genio y no llegar a una medalla. En el otro caso, no se le permite al chico intentar, desarrollar las capacidades, se le enseña a darse por vencido antes de intentarlo. Son dos caras de la misma moneda.

Creo fuertemente que la educación tiene que ser integral. Y que aquello de “retrasado” o “superdotado” son creaciones artificiales que se generan como consecuencia de una escuela dividida por edades. ¿Y si los chicos no estuvieran organizados en grupos de la misma edad? ¿Alguien sería lento o veloz comparado con qué?

Pienso que un padre que busca mostrar al mundo la genialidad de su hijo está mostrando muchas veces su pobreza interior. Necesita mostrar al mundo que hay brillo en sus genes.

Hace poco leí esta frase y la adopté como una de mis frases de cabecera: “El éxito consiste en obtener lo que se desea. La felicidad, en disfrutar lo que se obtiene.” (Emerson)

Lo que debemos buscar en nuestros hijos, y en nosotros mismos, no es el éxito sino la felicidad.

¿Cuál es la diferencia? Hay gente que se plantea la vida como una carrera armamentística (esta frase no es mía), en la que siempre hay un paso más, algo más que obtener, un nuevo celular, una nueva medalla, un sueldo más grande… Esas personas suelen tener éxito, pero lo sienten como algo efímero porque pronto están sufriendo por llegar al siguiente escalón.

Otras personas viven la vida de una manera diferente, disfrutando de las cosas que tienen, explorando caminos sin necesidad de obtener medallas: aprender a tocar un instrumento para disfrutarlo (no para destacarse), jugar a algunas cosas para divertirse (y no para ganar torneos), comprarse ropa para estar lindo y no para tener la marca más cara.

Y pienso que uno tiene que educar a los hijos de esa manera, brindándoles lápices, témperas, computadoras, instrumentos musicales, ingredientes de cocina…. es decir, dándoles la posibilidad de explorar sus habilidades y despertar sus pasiones.

Cada persona es un ser tan complejo que sus capacidades no son mensurables ni se pueden contar. Todos tenemos mucho potencial, si podemos alimentar nuestra mente y nuestro cuerpo (sí, la alimentación deficiente produce problemas serios de aprendizaje). Existen los chicos brillantes y existen los chicos cuyo brillo surgirá más adelante. Pero todos son joyas.

5 opiniones en “Educar a un genio. Chicos superdotados.”

  1. Buenisimo Iris, concuerdo con todos los conceptos, creo que de todo tu texto este parrafo lo sintetiza todo “Pienso que un padre que busca mostrar al mundo la genialidad de su hijo está mostrando muchas veces su pobreza interior. Necesita mostrar al mundo que hay brillo en sus genes.”

  2. Ese es el problema de los rótulos, y de la extensión automática de una cualidad específica en determinada área a todas las demás, ¿no? Durante mucho tiempo “ser brillante” estuvo asociado a habilidades destacadas en alguna disciplina, por lo general, las ciencias duras (matemática a la cabeza) o las artes más tradicionales (la música en primera fila). Por suerte, creo que poco a poco eso está cambiando. Saludos!

    1. Vivi, gracias por tu comentario!! En cuanto a que las cosas están cambiando estoy de acuerdo, pero conozco muchas familias que todavía se mantienen en esa estructura. Incluso he recibido una respuesta muy violenta de un padre de una alumna a la que le puse un nueve una vez… “mi hija es un genio, no podés bajarle nota porque no trabajó en equipo”… 🙁 ¡pobre nena!

  3. Primera vez que llego a este blog. Quiero felicitarte por este post y por la claridad y verdad que hay en los conceptos que exponés.
    Ojalá que mensajes como este lleguen a cada vez mas partes de la sociedad y especialmente a más educadores!
    Te agrego a mis feeds!

  4. Santiago, gracias por tu comentario y tu visita.
    Creo que recién cuando fui madre aprendí que hay muchas cosas en mi profesión de educadora que tienen que ver con observar a los chicos en contextos de grupos y no como personas, como individuos, como seres que tienen historias diferentes y necesidad de felicidad y no de fama o de éxito.

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