Cuando me escribió Silvana Santiago, de La Nación, yo respondí cuatro preguntas. Voy a compartir con ustedes las respuestas. Básicamente, lo que yo más rescato de la red (en forma de lista de correos, blogs, microblogging, redes sociales, o como sea) es aquello que el filósofo italiano Gianni Vattimo mencionó como La sociedad transparente: las minorías pueden expresarse al encontrar a sus pares gracias a la globalización, dándoles poder y evitando su sentimiento de exclusión.
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Cuando un vecino saca la silla a la vereda está disfrutando de un momento de relax. La señora seguramente lavó los platos, el hombre habrá terminado los quehaceres diarios y ambos salen a tomar aire de barrio.
En ese barrio hay gente que circula, gente que está siempre -los que uno quiere ver, los que tiene que soportar- y están los nuevos, a quienes se observa con mayor atención y hasta con desconfianza, evaluando de qué manera se incorporará o no al grupo de vecinos de la cuadra.
Por otra parte, cada vecino tiene sus amistades más cercanas y su trato diferencial con cada uno de los otros participantes de la cuadra, de acuerdo a la edad y a la historia en común. Es decir: existen mapas de amistad personales para cada vecino.
Todo esto ocurre en Facebook.
Facebook se usa cuando uno terminó la tarea o cuando está tomando un descanso.
Allí cada uno crea su red de contactos de acuerdo a la edad, los intereses, la historia o la ocupación de cada uno. Existen personas que son contactos de contactos -vecinos de mis vecinos- pero que uno puede ver durante mucho tiempo sin crear ningún lazo con ellas, aunque algunos datos curiosos se van filtrando entre charla y charla (finalmente, en el barrio todo se sabe…). Así como al pararse en la puerta de casa se oyen conversaciones por casualidad, en Facebook hay charlas leídas al vuelo, porque uno justo pasaba por esa pantalla y leyó el intercambio en el que puede sentirse invitado a participar o no. También en ambos casos pueden compartirse juegos explícitos o pequeños divertimentos casuales, invitarse un mate virtual o debatir sobre un tema de la actualidad.
Por último, tanto al conectarse a Facebook como al sacar la silla a la vereda, la persona se está mostrando y está viendo a los demás, se está poniendo al día en las historias de esa gente con la que el contacto es diario y a los que uno finalmente termina vinculado afectivamente porque forman parte del sostén emocional que cualquier ser humano necesita.
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Creo que las diferencias más notables entre las redes y el barrio tienen que ver con dos dimensiones: el tiempo y el espacio.
Seguramente dos personas interesadas en entablar una relación, intentarán sacar su silla a la vereda aproximadamente a la misma hora. Esto no ocurre en las redes sociales. La comunicación predominante es asincrónica, permitiendo que cada uno escriba en un muro qué está haciendo ahora, se una a un grupo, se declare fanático de un personaje o juegue con una mascota virtual a la hora en que sus actividades le permiten ese espacio de descanso. Cuando sus contactos se conecten leerán sus mensajes, sabrán de sus actividades y podrán -por ejemplo- hacer que su mascota virtual visite a la mascota del amigo, aún cuando esté desconectado.
En cuanto al espacio, las relaciones barriales se caracterizan necesariamente por tener en común un espacio, un lugar, lo cual también está determinado en gran parte por la clase social y la cultura de cada uno. Esto se rompe en las relaciones mediadas por la computadora, ya que uno elige a sus contactos por intereses en común sin importar que estén en cualquier lugar del mundo o sin saber qué nivel económico tienen.
Lo que se mantiene es la naturaleza de los intercambios: los seres humanos somos llamativamente similares en todos los puntos del planeta. En las relaciones virtuales no faltan las amistades más profundas, las superficiales, los amores, las traiciones, los celos, las rivalidades, los arrepentimientos. Cambia el medio, pero el ser humano siempre es el mismo.
Quienes más ventaja obtienen de estas nuevas relaciones son aquellas personas que pertenecen a una minoría, que no se sienten pares de sus vecinos y que buscan a través de las nuevas tecnologías encontrar un grupo de pertenencia que pueda contenerlo en sus particularidades.
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Estar en la red no excluye la pertenencia al barrio. Los límites probablemente están puestos por los intereses, la administración del tiempo, el tipo de actividad de cada uno y el barrio en que viva. El ser humano necesita relacionarse con sus pares. Algunos necesitan mucho afecto y otros son más solitarios. Y si alguien no siente identificación con esos otros seres que viven cerca suyo, en su misma cuadra, tal vez sus relaciones se centren en la virtualidad. Pero si un día un interesante nuevo vecino se instala en la vereda… puede que el Facebook quede olvidado por un tiempo, hasta nuevo aviso.
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A pesar de todo, parece que las relaciones mediadas por la tecnología tienen algunas ventajas indiscutibles sobre las formas anteriores de relacionarse. La reunión de minorías en comunidades, el respeto por la individualidad, la asincronía de la comunicación, son algunas de las ventajas que vienen como anillo al dedo para el que vive en esta sociedad en que el tiempo no se ve pasar sino que se invierte, se gana, o se pierde.
Me encanto eso de que los seres humanos somos similares en cualquier punto del planeta. Creo que es, en un punto, cierto porque somos humanos y no tanto cuando analizamos las diferencias culturales. De todos modos lo interesante es pensar que las redes sociales nos acercan a gente que esta lejos, que habla otro idioma, que tiene costumbres y horarios diferentes a las nuestros. Me acabo de encontrar con un amigo de la infancia que vive hace 15 años en Miami y todo gracias al Facebook!!! El que crea que los reencuentros son parte de la tonteria…creo que no sintió nunca la emoción que hace apenas un rato senti!
Salu2
Iris:
Tus conceptos permiten responder algunas de las preguntas que me hacía cuando comencé a participar en Facebook y en algunas otras redes…
A veces, te veo pasar por mi “barrio” y me entretengo a dialogar contigo a los mejor, sin que te enteres…
😉