Falleció Raúl Alfonsín.
Cientos de imágenes vienen a mi memoria.
Lo primero que llega a mi mente es aquel simulacro de elecciones que hicimos en mi quinto grado, en el Normal 1. Justo teníamos el aula que tenía el cuartito. Lo usamos como cuarto oscuro, y en quinto grado C, ganó Raúl Alfonsín.
Después se me superponen imágenes de marchas, de centro de estudiantes, la FES, la Fede… mi militancia política de escuela secundaria, donde dije mis mejores discursos y donde fui aplaudida y también despreciada.
Me acuerdo de las advertencias de los que no entendían: te va a pasar algo, tené cuidado, no te metas…
Recuerdo la prohibición de corregir con color rojo: eso era cosa del autoritarismo.
Me acuerdo del día en que falté a mis clases en el asentamiento de abajo de la autopista y fueron a buscarme, llevándose en mi lugar al compañero que me había reemplazado: 24 hs. por averiguación de antecedentes. Pude llevarle un poncho que tenía ese día encima para que no pasara frío, pero no pude hacer otra cosa. Qué susto. Y en plena democracia.
También recuerdo a mi abuelo, casi el único peronista de Chascomús, alguna vez candidato por el P.J. a puestitos de poca importancia. A quién se le ocurría ser peronista en la ciudad de Raúl…
Puedo contar muchas cosas más sobre esa época. Centros culturales, muchísima cultura gratuita que usufructué al máximo. Hice cursos de teatro, fotografía, historia del rock nacional. Cursé en el Instituto Vocacional de Arte y tantas cosas más.
Mi dúo con Bettina, con la que cantábamos en actos de diferentes partidos políticos las canciones de Baglietto, vestidas de bambula o con vestidos pintados con batik, de morral y chinitas negras.
Definitivamente, la figura de Alfonsín representa en mí una época que viví a pleno. Pero todo eso no lo supe hasta que se terminó.
¿Cómo nos íbamos a imaginar que apenas asumiera el gobierno de Menem se cerrarían los talleres gratuitos de los colegios estatales? ¿Cómo nos íbamos a imaginar el derrumbe de la salud pública y de la educación, y todo lo que vino después? Y sí. Los que sabían de política nos habían explicado lo que era el liberalismo. Pero no lo pudimos creer hasta que ocurrió. Cuando el Estado benefactor se esfumó, valoré por primera vez al gobierno radical que tanto había criticado.
Adiós, Raúl. Gracias por todo lo logrado. Y perdón por no haber podido sostenerlo… el viento de otra época derribó los últimos símbolos de un Estado que intentó ser para todos, con lo poco que le había dejado el incendio anterior.