Yo era muy amiga de Betto, Luis Alberto Melograno Lecuna. Para ser exacta, Betto y yo éramos “ciberamigos”, amigos por mail, por twitter, por facebook, y por unas cuántas listas de correo…
Hace más de una década que nos conocíamos por mail, gracias a Infoedu, y la vida nos fue llevando por caminos similares, hasta que al final de su vida hicimos algunos trabajos juntos, además de organizar dos veces el Slye -junto con Román Gelbort- intentamos crear un centro de formación docente a distancia, cuando su enfermedad ya había sido declarada y su mente no estaba con todas las energías como para empezar proyectos nuevos.
En los últimos tiempos nos acercamos un poco más personalmente, compartimos un asado en Escobar y una caminata por el campo donde conocí aspectos de su vida que me sorprendieron muchísimo.
Venía luchando contra su cáncer de colon y, fiel a su estilo de “sacarlo todo afuera”, publicaba sus avances y retrocesos en este blog: Cancer de colon
Hace un tiempito me confesó que había bajado los brazos. Me contó detalles de su enfermedad que -siendo él médico- eran señales evidentes de que ya no había lucha posible. De más está decir que lloré litros de lágrimas por él desde hace ya tiempo, pero respeté el tono positivo con el que él trataba este tema y su humor.
Aprendí mucho de él. En lo profesional, en lo personal. Verdaderamente seguirá siendo un modelo para mí en muchos aspectos. Por supuesto que lo critiqué mucho y nos apasionaba pelearnos y discutir sobre diversos puntos vinculados a la educación. Pero es con la gente que uno aprecia con la que pueden perderse horas debatiendo en puntos que sabemos que nunca vamos a coincidir.
Betto, te voy a extrañar.
Querida Iris, comparto el dolor de la pérdida y la dicha del aprendizaje, habrá leído por alli entre sus reflexiones lo mismo que yo: “No llores porque terminó, sonrie porque sucedió” y me parece fenomenal, he aprendido tanto de nuestro amigo y estoy tan orgullosa de que así sea, no niego haber llorado y mucho por extrañarlo, pero así como la risa considero el llanto también terapeutico, e incluso a mí, en mi experiencia personal, me ha ayudado muchísimo, no hay nada mas sano que reír, llorar, escuchar, aprender, y todo esto que la vida nos regala todos los días. Es un placer compartirlo con todos uds. integrantes de esta fiesta y personajes de esta gran aventura, como diría él, OCUPEMOSNOS mas y DESPREOCUPEMOSNOS un poco, y agrego, que la vida es un lindo viaje, de diversos paisajes y a cada uno se nos asignó un pasaje del que debemos aprender a disfrutar. Anabella Mazzini
Gracias, Anabella, por tu mensaje.
Es cierto que de tanta tristeza podemos sacar también fuerza para hacer cosas buenas… pero no es nada fácil lograrlo.