El ser humano fabrica y utiliza herramientas. Estas herramientas le permiten multiplicar su potencial. Así como un martillo te permite romper más cosas que lo que podrías romper con el puño cerrado (extiende las funciones del brazo y de la mano), la computadora extiende las funciones cognitivas.
Y como la inteligencia es la capacidad para resolver problemas, una persona sumada a sus herramientas de todo tipo, en suma, es más inteligente. Pero los estudios indican que cuando a esa persona se le quitan las herramientas y se lo evalúa como persona “solista”, la inteligencia se ha incrementado. El concepto de Cognición distribuida, explicado por David Perkins nos demuestra que es un gran error evaluar a los chicos solos frente a una hoja en blanco si pretendemos que se desenvuelvan en sus trabajos con todas las herramientas existentes.
Por eso considero que el uso de computadoras es bueno para cualquier pibe, cualquier computadora; por eso apoyo la distribución de computadoras para los chicos de mi país y de cualquier país, tanto en formato “netbooks que se regalan a los chicos” como en equipamiento de escuelas con computadoras de cualquier tipo.
¿Y por qué me interesa tanto el uso de software libre?
Desde el punto de vista cognitivo, yo creo que el uso de software libre es fundamental porque nuestros procesos psicológicos funcionan en base a herramientas (Vigotsky categoriza los símbolos que conforman nuestro lenguaje como las herramientas que utilizamos para pensar), y si esas herramientas -las psicológicas y las de la computadora, que extiende nuestras funciones cognitivas- son creadas, modificadas y reelaboradas por el usuario, éste estará haciendo una apropiación profunda de ellas que difícilmente puede lograrse con herramientas que se reciben preelaboradas y diseñadas para problemas de otros.
Sólo una razón más para defender el uso de software libre en educación.
La mitad de estos conceptos surgieron en una discusión con Fede Heinz en una lista de correo… qué bueno es discutir sobre estos temas, uno puede reelaborar sus conocimientos a partir de la defensa de sus posturas.
Confieso que envidio tu optimista determinismo tecnológico.
Lo de que el uso de cualquier computadora es necesariamente positivo se choca con la experiencia de los estudiantes de Lower Merion, Pennsylvania, que se encontraron con que las máquinas que les habían entregado en la escuela los espiaban, dentro y fuera de la escuela, incluyendo sacarles fotos en sus dormitorios.
A menos que puedas controlarlas, las mismas herramienta que extienden tu poder representan un riesgo para vos mismo (de hecho, en mi imaginario, el martillo sirve para construir, no para destruir), y el daño potencial es proporcional al poder de la herramienta. En el caso de la computadora, una herramienta que puede ser programada para que te traicione y te dañe sin que te des cuenta de entrada, la cosa es peor aún.
Enseñarles a los chicos que vale la pena renunciar a ese control a cambio de que te den una computadora es hacerles daño. Enseñarles a los chicos a aceptar que les digan “no aprendas eso” es hacerles daño. Enseñarles a los chicos (como está haciendo el programa Conectar Igualdad) que ninguna computadora está completa si no esta equipada con Microsoft Windows es hacerles daño. Enseñarles a los niños que el software no se comparte es hacerles daño.
La computadoras pueden tener ese efecto benéfico que mencionás, pero eso está lejos, muy lejos de ser una certeza, y la incertidumbre es mucho menor cuando la máquina usa software privativo.
Fede, gracias por tu comentario. Desde que leí a Langdom Winner ya no dudo en decir que la tecnología no es buena ni mala, a lo sumo puede ser un poco peor si fue diseñada para fines como el espionaje que comentás; yo empecé aprendiendo con software privativo y mi espíritu crítico me trajo hasta donde estoy ahora. Tengo confianza en la juventud y en su espíritu crítico. Los pibes no son de plastilina; por lo contrario, por más que algunas escuelas luchen por fabricar ciudadanos igualitos en serie al mejor estilo The Wall, los pibes rompen los moldes. Por suerte.
Efectivamente, Iris, hay chicos que son capaces de sobrevivir todas las maldades que se nos ocurra tirarles por la cabeza. Sos afortunada de haber pertenecido a ese grupo, de chica. Los que me preocupan son el resto.