Ser un tonto. O no lograr manejar determinada situación con velocidad e inteligencia suficientes.
Ser opositor. O no coincidir con algunos puntos de este gobierno.
Parecer loco. O no estar pudiendo explicitar todo lo que a uno le pasa por la cabeza.
Resultar un estúpido. O no estar reaccionando como el interlocutor imaginaba, por algún motivo, que uno debería reaccionar.
Ser gordo. O estar con sobrepeso.
Las etiquetas anulan, cortan la posibilidad de aprender, bajan la autoestima y llevan a renunciar a la posibilidad de intentar cambiar.
Las etiquetas sirven para reducir la complejidad de la realidad: “Ese tipo es oficialista, con él no hables de política”. “Aquella es una loca, no la contradigas”. “Este tipo es un gordo, qué ropa va a quedarle bien”. “Si hasta mi mujer puede, cómo no vas a poder vos”.
También sirven para perdonarse a sí mismo, como excusa para no cambiar más… “Dale, cociná vos que yo cocino mal”. “Yo me pongo ropa bien amplia porque ya asumí que soy gorda”. “A mí algunos alumnos me pueden, qué querés que le haga, no es que quiera hacer diferencias”.
Sin embargo tenemos que aprender a sacarnos las etiquetas autoimpuestas o las que nos ponen otros. Pasar de ser una gorda a estar con sobrepeso permite cuidar nuestra alimentación para luchar contra ese sobrepeso, o pasar de parecer tonto (buscando la respuesta inteligente inmediata) a decir “esperá que hay algo que no me cierra”, permitiéndonos pensar, siendo conscientes de que no siempre la frase más inteligente viene a nuestra mente en el momento exacto (muchas veces tenemos la respuesta perfecta un día después… somos inteligentes con delay)
Creo que es fundamental que aprendamos a conversar sin etiquetarnos, a buscar argumentos en lugar de rótulos e insultos. Y como educadores, es sumamente importante no etiquetar a nuestros alumnos, ni siquiera con etiquetas positivas: decirle a alguien que es el mejor alumno también resulta una carga sobre sus hombros, ya que después debe esforzarse por mantener el rendimiento para no decepcionar…
Y cuando alguien se decepcione de nosotros, dejémosle muy en claro que la etiqueta que esa persona nos puso es problema suyo, no nuestro.
Clap Clap! Muy bueno Iris. Este post es la posta.
¡Gracias, Roberto! 🙂
Completamente de acuerdo con todos los conceptos. Realmente solemos responder a la estructura de las etiquetas para tratar de comprender a los demás, y nos dejamos meter en esas estructuras. Tratar de salir de ellas es todo un camino a veces de autoreconocimiento.