La brecha educativa es el título de esta nota del diario El País, que describe algunos elementos de nuestras sociedades latinoamericanas a los que nosotros ya estamos habituados…
Sabemos que quien nace pobre seguirá siendo pobre. La prometida movilidad social no es más que un espejismo, una sensación de algo que está ahí, que si nos ocupamos podremos alcanzar, y que por nuestra propia culpa (“soy un vago”, “no estudié”, “no supe valorar las cosas importantes en el momento justo”) no hemos logrado.
La tristísima realidad es que la escuela pública no es más que una educación barata, que el nivel cultural de las familias es determinante del nivel de los hijos, y que la sola existencia de la universidad pública (que tiene que seguir siendo pública y gratuita, de eso no tengo dudas) no basta para que la gente pueda estudiar. Se necesitan carreras cortas con salida laboral útil y real para la gente de las clases más bajas; se necesita dinero, mucho dinero para mantener mejor los edificios de las escuelas públicas, para que vuelvan a tener un piano, las paredes pintadas y los mejores maestros en las aulas… pero sobre todo, se necesita con urgencia lo que pocas escuelas privadas tienen, por ser tan costoso: un gabinete psicopedagógico de primera calidad, que permita que los maestros puedan volver a ser quienes enseñan y los expertos en problemas de aprendizaje y de conducta sean quienes se ocupen de los chicos con problemas.
Para mejorar nuestra educación se necesita en primer lugar, dinero. Y en segundo lugar, las mejores cabezas, la gente que estudió para tal fin, pensando qué hacer con esos recursos. Pero todo esto no sirve de nada si cada gobierno borra de un plumazo lo que hizo el anterior. Sin continuidad en las políticas educativas, seguiremos repitiendo de grado en cada cambio de gobierno.
Totalmente de acuerdo Iris…
Pero en Buenos Aires Cap.Fed., es más importante el dinero para las calles y las veredas que para la educación… Asi estamos…