Hace un tiempo estuve conversando con una persona que tiene un hijo con un trastorno de la personalidad por el que cursa en una escuela especial.
Ella me dijo que lo mejor para su hijo son las actividades de Jclic, herramienta que yo suelo criticar por tener predominio de actividades repetitivas… justamente las que les hacen bien a los chicos con problemas de aprendizaje.
Hoy recibí un mail donde Rómulo Speratti menciona un material que le sirvió para recuperarse (tuvo que reaprender la lectoescritura después de un ACV):
Dice Rómulo: un excelente material elaborado por Alberto Abarca Fillat del OEP Hoya-Monegros (Huesca). Se trata de un a serie de 105 presentaciones con diapositivas interactivas para trabajar especialemente el ÁREA de LENGUAJE, aunque también encontramos algunas actividades de matemáticas. Su autor nos cuenta que, aunque en un principio fue creado para el alumnado inmigrante, puede resultar igual de útil tanto para trabajar en el grupo aula, como en pequeño grupo o a nivel individual en el aula de P.T. o A-L.
Todo esto me recordó un texto que leí en la facultad (disponible en línea, por ejemplo, en este blog de Ramiro Martínez Soler), donde Fenstermacher y Soltis describen tres enfoques de la enseñanza.
El tercer enfoque, el emancipador, puede resumirse en este párrafo:
Para estos teóricos emancipadores, el objetivo de la educación es elevar la conciencia crítica de los oprimidos de modo que puedan liberarse de una vida dominada por otros. Ellos creen que este es el propósito adecuado de la educación no sólo para los campesinos de Brasil sino para todos los pobres y oprimidos que habitan en las grandes ciudades, los trabajadores migrantes y los obreros fabriles de todas partes del mundo, y para todos aquellos que, en cualquier parte, hayan aprendido a no cuestionar lo que les ha tocado en suerte en la vida. Algunos de los esfuerzos actuales en educación multicultural, en los estudios sobre grupos negros y mujeres y en programas bilingües son ejemplos de programas emancipadores.
Sin embargo, cuando llegamos al final del texto, un baldazo de agua fría nos hace pensar si realmente es deseable y posible una educación que sólo aspire a un enfoque emancipador:
El enérgico énfasis puesto en el conocimiento de las disciplinas ha inquietado a muchos que estudiaron detenidamente el enfoque liberador. Esos investigadores se preguntan si es realmente posible o aun deseable que todos los alumnos estudien los temas básicos del modo que sugieren los liberadores, sobre todo teniendo en cuenta la amplia gama de diferencias individuales que se dan en la mayor parte de las aulas. ¿Pueden todos los estudiantes desarrollar la mente académica y erudita que defienden los liberadores o en realidad este enfoque de la enseñanza representa una visión elitista de la educación ya que unos pocos estudiantes selectos pueden alcanzar sus objetivos? ¿Qué tendría de malo un enfoque más práctico, que buscara desarrollar las habilidades y la comprensión necesarias para la vida cotidiana y el trabajo? En realidad, algunos críticos dijeron que la verdadera cuestión no está en la gama de diferencias que se dan entre los estudiantes sino en la gama de diferencias que existen entre los docentes, es decir que algunos profesores sencillamente no son capaces de manejar y enseñar bien el enfoque liberador. ¿Está usted de acuerdo con ellos?
Gary Fenstermacher / Jonas Soltis / Amorrortu ediciones, Buenos Aires, 1998
Mis preguntas: ¿podemos todos los docentes llevar el enfoque constructivista a las aulas? ¿Debemos todos los docentes ser constructivistas con todos los alumnos? ¿No estamos perjudicando a aquellos que necesitan con urgencia aprender de manera simple y rápida algunos elementos como la lectoescritura, y que tienen limitaciones intelectuales o menos estimulación en sus hogares?
Yo no voy a dejar de concebir el aprendizaje como una reconstrucción del conocimiento, es decir, no dejaré de ser constructivista.
Lo que me replanteo hace ya algunos años es la obligatoriedad de enseñar de una manera uniforme en todas las aulas del mundo, sin tener en cuenta la diversidad de necesidades y realidades de nuestros alumnos. Sigo pensando que enseñar de manera conductista es más entrenar que educar. Pero admito que hay muchas situaciones en que es más eficiente el entrenamiento y la memorización que la reconstrucción del conocimiento.