En múltiples ocasiones algunos colegas se muestran indignados por la falta de una materia específica para la enseñanza de la informática, especialmente en el nivel secundario.
Muchos muestran preocupación porque los adolescentes utilizan la computadora a nivel de expertos cuando se trata de jugar, pero no dominan las herramientas de trabajo que se proponen en la escuela ni muestran interés por dominarlas. Otros plantean que es necesario que todas las personas conozcan los rudimentos básicos de la programación para entender el mundo que los rodea.
Lo que yo pienso es que es importante la reflexión sobre la informática atravesando el uso que se realiza de las diferentes herramientas; veo de suma importancia el conocimiento sobre la seguridad en las redes, sobre el funcionamiento mínimo de una computadora, sobre licencias y derechos de usuarios, pero todo ello puede aparecer perfectamente al utilizar las TIC como herramientas de trabajo en el aula. Sí me parece fundamental que estos temas estén presentes de forma explícita en el curriculum, que no se esté dependiendo de la presencia de docentes más alfabetizados digitalmente (o más geeks) sino que exista un proyecto institucional de aplicación y estudio de las TIC, y por lo tanto un especialista presente en la institución que guíe a los docentes y les brinde formación y herramientas concretas.
Se habla de TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), en educación surge el término de TAC (Tecnologías del Aprendizaje y el Conocimiento) y propongo ahora desde las ciencias sociales el de TEP, teorías del empoderamiento y la participación.
No creo que colocar la tecnología como objeto de estudio sea mala palabra. Sin embargo, utilizando una metáfora, podemos pensar que a algunas personas les interesa saber cómo funciona su auto, cómo arreglar algunos desperfectos, cómo cambiar mínimamente una rueda, y a otras les interesa sólo tener un buen seguro y olvidarse de todo lo que no sea conducir su propio auto.
A mí me fascina aprender informática, pero no me enseñaron específicamente a utilizarla, sino que aprendí sola teniendo en mi casa la Sinclair 1000 y sentándome con el manual a programar. De la misma manera, tuve muchos alumnos adultos mayores que aprendieron a utilizar los mails cuando sus hijos o nietos se fueron a vivir al exterior. Así como se aprende la gramática de una lengua con sólo vivir en una sociedad que habla ese idioma, se aprende acerca de la informática a medida que surge la necesidad de utilizarla.
Hace muchos años que afirmo que para planificar nuestras clases con tecnología, primero tenemos que pensar en qué contenido queremos dar, segundo cómo queremos enseñarlo (qué metodología el docente considera la mejor) y por último, elegir la herramienta.
Cuando nos preguntamos qué contenidos trabajar con las computadoras, nos equivocamos de enfoque (¿alguna vez alguien mirando un tenedor se preguntó qué cosa podría comer con él?). La pregunta debe ser: ¿cómo quiero formar a mis alumnos? ¿Qué herramientas serán las más apropiadas para enriquecer el trabajo en mi área? (Mayo de 2010)
Esto lo sistematiza Judi Harris en el modelo Tpack, sumamente interesante: