Hace unos minutos me llegó una nota donde se mostraban 10 beneficios del Hangout por sobre otras herramientas de comunicación. Al leerlo me pregunté: ¿por qué no hay más gente usando videollamadas si eran el sueño de las películas de ciencia ficción?
Y enseguida me respondí: porque la gente está en su casa vestida como yo ahora, con este calor, nadie quiere que lo vean. Lo que uno quiere es hablar, no verse.
Cuando mirábamos películas o televisión futurista las comunicaciones iban desde el zapatófono de Maxwell Smart hasta las comunicaciones holográficas en 3D. Sin embargo, la realidad nos fue llevando por otros caminos: si bien los autores de ciencia ficción pensaban que la mayor aspiración en comunicaciones sería tener a una persona desde otro planeta sentada en el living de casa contándonos cada día lo que hizo, la tecnología (y la gente que utiliza o deja de utilizar cosas que tiene a mano y por el mismo costo) nos va sirviendo de criba para filtrar qué es en realidad lo que nosotros queremos: queremos conversar, queremos saludar, expresar afecto, no queremos que esa persona a quien no invitamos vea el desorden del living o la ropa que uso cuando estoy sola en casa.
Muchas veces me llaman por teléfono personas a las que quiero mucho y yo estoy concentrada trabajando. No atiendo. Necesito que esas personas se comuniquen conmigo por mail o por medio de un mensaje escrito que yo pueda leer cuando lo decida, por ejemplo mediante la mensajería de Facebook.
En ocasiones me piden hacer una llamada de audio por hangout y yo no sé con qué excusa decir que no: mis perros ladran, mis hijos conversan en voz alta, tengo la radio o la televisión prendida… las conversaciones telefónicas o el chat de audio, son una forma de meterse adentro de mi casa y decidir qué hago yo con mi tiempo. Por otra parte, todo lo que se envía por escrito allí queda, y puedo buscar una dirección o las indicaciones de mi jefe para un trabajo, porque están en el historial de mails, lo cual no ocurre cuando hablamos.
Por otra parte, ¿cuánta gente uno se ha reencontrado en las redes y no se comunica jamás? Antes no nos hablábamos porque habíamos dejado de vernos. Ahora tenemos el medio, y no nos hablamos porque…? Porque no tenemos nada que decirnos. Ese es otro efecto de la tecnología, que al facilitarnos la comunicación independientemente de la distancia, pone en evidencia los verdaderos motivos de esas distancias.
Hace ciento y pico de años la comunicación se establecía en forma oral o por cartas o algún otro medio que implicaba varias manos intermedias. El teléfono nos dio inmediatez, la computadora nos dio además la posibilidad de ver a las personas, pero también nos dio la posibilidad de comunicarnos por escrito. Con todo el abanico de posibilidades de comunicarnos, terminamos llegando a la esencia de lo que los seres humanos necesitamos: expresarnos, vincularnos con los demás, participar en proyectos laborales, pero sin que las otras personas nos invadan, sin que ocupen el tiempo que necesitamos destinar a otras personas o proyectos, y decidiendo en qué conversaciones queremos dejar registro escrito y en cuáles es mejor que las cosas se digan y las palabras vuelen.