Me levanto, tomo un delicioso café, leche y cereales mientras preparo el desayuno para mi familia y la meriendita que llevan los chicos al colegio. Todo transcurre con normalidad hasta que a las 7:25 los rocío con repelente para mosquitos, y salgo a pasear el perro -bolsita en mano- mientras me despido de ellos cuando se van.
Me siento a trabajar en mi computadora portátil donde leo en El caparazón el título “4 videos imprescindibles para entender la web 3.0“, y recibo un mensaje subliminal: si no sabés qué es la web 3.0 en unos días te quedarás sin empleo!! (y tal vez sin amigas y sin marido!!)
Mientras enciendo el segundo sahumerio (para espantar mosquitos del tipo Aedes aegypti con algo más hippie que un espiral o una tableta que además ocupa un enchufe…), veo el primero de los videos. Muy interesante.
Me voy a hacer más café, pero tiro la borra del café anterior en algunas macetas.
Mientras sigo con el segundo video sobre la web 3.0 pienso algunas cosas: ¿viviré para verla o moriré por dengue hemorrágico antes de tener una heladera que avise a Disco Virtual cuándo se acabaron las milanesas de soja? ¿Será más accesible la web 3.0? ¿Reinará el software libre tal como se vaticina y como muchos deseamos que ocurra? ¿Debo comprar repelentes, espirales, sahumerios y tabletas ahora para tener para el próximo año o la africanización de mi país terminará antes de septiembre? ¿Y si compro de todo ahora y resulta que el año que viene los mosquitos son 2.0 y ya no sirve lo que compré este año?
De pronto noto que mis palpitaciones se aceleraron; es muy tarde y ya no puedo seguir mirando los dos últimos videos, así que vuelvo a embadurnarme con repelente (ya pasaron dos horas de la aplicación anterior!!) y empiezo a cumplir con mis compromisos laborales. ¡Cómo me gusta trabajar!